La Fe es un don de Dios.
Es cierto. La Fe es una
virtud. También es cierto. La Fe es un acto de la voluntad. Cierto también. Pero la Fe es, además, de acuerdo a las
Lecturas de hoy, una actitud muy inteligente, porque por medio de la Fe
recibimos por adelantado lo que esperamos poseer. ¿Que...
cómo es esto?
Nos dice San Pablo en la Segunda Lectura: “La fe es la forma
de poseer, ya desde ahora, lo que se espera y de conocer las realidades que no
se ven” (Hb. 11, 1-2.8-19). Y ¿qué es lo que esperamos? Nada menos que el Reino de Dios. Y eso tendremos... si creemos... y si
actuamos de acuerdo a esa Fe. Jesús
mismo nos lo ha prometido al comienzo del Evangelio de hoy: “No temas, rebañito
mío, porque mi Padre ha tenido a bien darte el Reino” (Lc. 12, 32-48).
En las Lecturas de este domingo vemos, entonces, la conexión
entre la Fe y la Esperanza. Esperamos
porque creemos, ya que lo que esperamos no lo vemos... al menos no
claramente. Por la Fe creemos, entonces,
en lo que no se ve. Creemos en lo que,
sin comprobar, aceptamos como verdad.
Creemos, además, en lo que esperamos recibir en la Vida que nos espera
después de esta vida, aunque no lo veamos y aunque no lo podamos comprobar.
Es decir, por la Fe podemos comenzar a gustar desde aquí lo
que vamos a recibir Allá. Podemos
comenzar a recibir por adelantado lo que luego tendremos en forma
perfecta. Podemos comenzar a disfrutar
en forma velada lo que se llama la “Visión Beatífica”, el ver a Dios “cara a
cara” (1 Cor. 13, 12), “tal cual es” (1 Jn. 3, 2). De allí que la Iglesia Católica se atreva a
decirnos en el Nuevo Catecismo: “La Fe es, pues, ya el comienzo de la Vida
Eterna” (CIC # 163).
“Ahora, sin embargo, caminamos en la Fe, sin ver
todavía” (2 Cor. 5, 7), y conocemos a Dios “como en un espejo y en
forma opaca, imperfecta, pero luego será cara a cara. Ahora solamente conozco en parte, pero
entonces le conoceré a Él como El me conoce a Mí” (1 Cor. 13, 12-13). (cf. CIC #164)
Hay que vivir en Fe, aunque por ahora no podamos ver
claramente, sino en forma opaca, imperfecta.
A veces la Fe puede hacerse muy oscura.
Puede ser puesta a prueba. Las
circunstancias de nuestra vida pueden tornarse difíciles y entonces lo que
creemos por Fe y lo que esperamos por Esperanza, podría opacarse, podría hasta
esconderse. Es el momento, entonces, de
afianzar nuestra Fe.
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