La cruz que cargaste en tu
hombro Jesús, Señor nuestro, sobre la cual tú sangre derramaste y en la crucifixión
te unieron con aquel madero. En esta escena podemos encontrar muchos signos de
muerte como la traición, la soledad, el dolor y el odio que mostramos hacia ti. Ante
todo esto, nos demostraste que la vida, a través de la resurrección se hizo
presente y venció a la muerte, a todos esos signos que apagan la existencia.
No sólo en la cruz hay dolor y
muerte ¿Es que no lo vemos? ¿Es que no lo comprendemos?
Dios bajo a lo más humilde y
pobre de nuestra condición humana y se entregó por nosotros, es la obra más
grande de amor, sólo hecha por amor.
¿Cuántas veces sentimos que
una situación o un momento de nuestras
vidas está lleno de negatividad, de signos contrarios a la vida, que llevan a
lo que sería la muerte, como no vida, aquello que carece de Jesús, de luz. Pero
si ponemos nuestra confianza en Dios, desde el corazón, como lo hizo Jesús en su crucifixión, él nos empapará con su
santo espíritu y encontraremos que en ese momento hay vida, y que de esa situación
Dios nos mostrará la plenitud, porque no busquemos entre los muertos, al que
está vivo, Jesús está más vivo que nosotros, él esta en la plenitud de la vida
eterna. Guárdanos Señor para esa vida. Amén.
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