La Fe no es un don imposible de tener, o muy difícil de
desarrollar, no es algo que se pueda comprar ni vender, ni comparar. Todos
tenemos fe, algunos tienen fe errónea puesta en un ídolo de barro, como un
jugador de fútbol, un equipo, un objeto, amuleto, etcétera.
Dios nos regalo la fe a todos, para creer en él, aunque no
podamos verlo con nuestros ojos, ni tocarlo con nuestras manos. Él se
manifiesta de muchas formas en nuestras vidas, como en cada día de vida, en la
amistad, en el amor, en la alegría, en la vitalidad y de otras tantas infinitas
maneras que pueden ser hasta indescriptibles.
La Fe fue sembrada en nuestros corazones como una pequeña
semilla casi imperceptible, pero una vez esparcida y nutrida, crece y se
convierte en algo tan grande que podríamos mover montañas con ella, nada sería
imposible para nosotros, porque la fe nace de Dios, y para él nada es imposible.
La Fe es todo un proceso, que puede llevarnos toda la vida,
pero vale la pena tomar el camino que nos lleva la fe a Dios.
La Fe es importante cuidarla de las personas que intentaran arrebatártela,
defenderla ante las falsas acusaciones y compartirla con quienes abren el
corazón para recibir la verdad de Dios que habita en cada uno de nosotros y,
poder así construir una casa “sobre piedra”, capaz de resistir fuertes
tormentas y seguir de pie, no como aquellos que construyen su casa sobre arena,
que ante la tempestad, no queda piedra sobre piedra de la casa.
La Fe es lo que, en nuestra peregrinación de este mundo, nos
conecta con Dios, es el vínculo que nos une a él. En el espacio en que vivimos,
que se caracteriza por la superficialidad, este don de Dios es lo que permite
que confiemos en el y, ante los problemas de la vida, no temamos, porque Dios
nos ama.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario